Cosas que ya no hago con los libros
sobre modas, mercantilizaciones, fetichismos literarios y alguna incoherencia
Hace tiempo que estoy reflexionando sobre mi relación con los libros y la lectura, qué cosas han cambiado en mis hábitos, mi «consumo» y mi disfrute.
Sí, digo «consumo» porque, a mi entender, comprar libros es consumir, igual que lo es ver series en una plataforma o acudir a festivales. Por el mero hecho de ser cultura, estas cosas no dejan de llevar aparejadas ciertas dinámicas del mercado, modas, etc., que tan fácilmente vemos e incluso criticamos en otro tipo de productos. (¡Hola, book hauls!)
Las listas
Una de las primeras cosas que hice cuando quise poner mi disfrute lector algo más lejos de las lógicas mercantiles de los gigantes fue pasarme de Goodreads (que fue comprado por Am*z*n hace mucho ya) a The Story Graph, una plataforma muy similar creada por Nadia Odunayo, una ingeniera de software londinense, para llevar el registro de los libros que voy leyendo. Al principio de entrar en esta app casi nunca encontraba los libros que leía en la base de datos y tenía que introducirlos a mano, pero hoy en día ya pueden encontrarse la mayoría, sobre todo si son de grandes grupos editoriales, pero no solo. Les usuaries nos preocupamos de ir añadiendo (el proceso es muy fácil) esos libros que no aparecen. En esta aplicación puedes ponerte tu reto de lectura anual o de otro tipo, pero también unirte a retos públicos como lecturas por el mes de la salud mental, listas de autores queer, de autoras racializadas, o libros censurados últimamente en USA, por citar algunos ejemplos. Estas listas son buena referencia si queremos ampliar nuestro universo lector. (Eso sí, quizás tengas que hacer un poquito de trabajo de búsqueda para encontrar listas en castellano.) También ofrece estadísticas sobre lo que has leído durante el año. Os animo a probarla si no la conocéis, y así cuantes más lectores hispanohablantes más libros, retos y recomendaciones irán apareciendo.
Aparte de esta aplicación, este año empecé a apuntar a mano en un cuaderno mis lecturas, junto con algún comentario breve. Confieso que llevo un mes de retraso con esto, ups. Y, un poco por compartir y otro poco por registrar, también tengo un hilo en Bluesky donde voy contando lo que voy leyendo.
Las estrellas
Se acabó calificar los libros. Un día vi que no tenía ninguna utilidad para mí porque mi percepción sobre algunos libros cambiaba según pasaba el tiempo. En ocasiones me precipitaba a calificarlos, lo hacía según los registraba, nada más acabarlos, y días o semanas después volvía sobre la calificación para cambiarla, porque me había dado cuenta de que ese libro me había afectado más o menos de lo que me pareció en un primer momento. No tenía ningún sentido, así que decidí dejar de hacerlo. Además pensé ¿qué es lo que aporta mi valoración? No deja de ser una opinión completamente subjetiva. Si a alguien le interesa saber lo que opino de un libro, prefiero tener una conversación en la que puedo introducir matices en lugar de poner un número inamovible de estrellas, un número que, además, puede significar cosas diferentes para cada persona. Abandonar el papel de jueza calificadora me ha ayudado a relajarme y a disfrutar (o no) mis lecturas sin complejos ni presiones por tener «opiniones impopulares».
Las firmas
Este es uno de los hábitos que he cambiado más recientemente. Mi biblioteca personal alberga un gran número de volúmenes firmados. Para mí, las dedicatorias en los libros son (¿eran?) como pequeñas cartas. No me gusta leerlas delante de la persona que me la escribió, ni que otras personas las lean. [Tengo una amiga que siempre cotillea mis libros dedicados y me siento terriblemente ultrajada cada vez que lo hace.] De igual modo, cuando firmo uno de mis libros, intento que sea algo personal, por poco que conozca a quien se lo dedico.
Sin embargo, algunos de los libros que más me han gustado en los últimos meses los han escrito personas con las que he compartido espacio físico real en una o varias ocasiones, es decir, que habría podido pedirles que me los firmaran y no lo he hecho. ¿Qué ha cambiado?
Hace unos meses estaba haciendo cola en una librería para que me firmaran mi ejemplar después de la presentación. Mientras esperábamos todas, charlaba con unas y otras, atenta a mi turno. Tras un buen rato, conseguí tener mi libro dedicado. Llegué a mi casa y lo dejé en la estantería. Todavía no he leído esa dedicatoria. No porque el libro sea uno especial, ni porque quien lo escribió tenga un lugar importante en mi vida, ni siquiera por temor a que sea el manido «con cariño, blablabla». Es que no tengo siquiera curiosidad.
Creo que lo que ha ocurrido es que ha desaparecido mi interés en la firma como fetiche. Me he preguntado qué aporta esa firma, esa frase, a mi experiencia lectora. … No he encontrado una respuesta. Pienso que quizás la dedicatoria es un simulacro, un sustituto de la interacción que realmente querría tener con la autora, esto es: la conversación, el acercamiento, el interés mutuo.
[Por supuesto, esto no se aplica a los libros de las amigas porque esa dedicatoria es una extensión, no un sustituto, de la relación. Esas son las cartas de amor que sí quiero seguir recibiendo.]
Las presentaciones
Si alguien viese las fotos que compartía hace unos años y las comparase con las de ahora pensaría que he dejado de asistir a saraos literarios, presentaciones, lecturas, festivales. No es así. Lo que ocurre es que he dejado de hacer esas fotos. Reflexionando sobre los motivos por los que las tomaba, llegué a la conclusión, una vez más, de que no tenía nada que ver con mi disfrute sino con compartirlas y decirle al mundo que yo había estado ahí. «¡Eh, mira! Estuve aquí.» Vale, ¿y qué?
Ahora me centro más en escuchar con atención, tomar notas, saludar y comentar después con la gente que en conseguir una imagen nítida, subirla en tiempo real y añadir menciones a todas las implicadas. Me dedico a estar presente de verdad.
Es cierto que he bajado el ritmo, ya no voy a «todo». Partiendo de la base de que es imposible asistir a todos los eventos literarios que me interesan en esta ciudad, también me di cuenta de que ni mi cuerpo ni mi cabeza podían abarcar ni asimilar tantos estímulos constantes. Ir a mil cosas me impedía «estar con todo»: ánimo, energía, capacidad de atención, batería social.
A veces aún me cuesta decirme que no a mí misma porque siempre hay algo interesante. Cada vez procuro más acudir cuando y donde el cuerpo y/o el corazón me dicen que es una ocasión realmente imperdible, que suelen ser oportunidades de apoyar el trabajo de las amigas o escuchar a autoras amadas. Estas dos condiciones confluyen también en el siguiente punto.
Las compras
Hace tiempo que dejé de comprar todos los libros que quería leer. Cuando me mude a nuestra nueva casa tuve que donar más de un centenar porque el espacio aquí es más reducido, así que las compras se redujeron drásticamente. Ojalá fuese capaz de hacer eso de «entra uno, sale uno», pero mi biblioteca ahora mismo está casi todo lo destilada que puede estar. [Vale, no es verdad, pero aún así.]
Lo difícil viene a la hora de decidir qué libros compro y cuáles no. Hacer un recuento a fin de año de lo que he invertido en libros es un ejercicio bastante clarificador y puede que te dé el meneo que necesitas. A mí me sirvió. Además, he conseguido tener unos cuantos puntos claros que me ayudan a decidirme.
¿Qué libros decido no comprar?
Básicamente, libros que me llaman la atención pero no estoy segura de que me vayan a gustar. Suelen ser libros que veo en redes sociales de los que habla mucha gente, o personas en concreto cuyas recomendaciones me suelen interesar. Me despiertan curiosidad, pero no tengo los motivos suficientes para adquirirlos.
Tampoco compro libros que me interesan y están disponibles en la biblioteca. En ese caso los tomo prestados y si me gustan tanto como para querer añadirlos a mis estantes, busco un ejemplar de segunda mano. En cinco años esto solo me ha ocurrido en dos ocasiones.
Libros que me pueden prestar. Intercambiar lecturas con amigas es una forma maravillosa de aumentar tus lecturas sin ocupar espacio y sin vaciar el bolsillo.
No compro libros por compromiso. La inmensa mayoría de libros que doné entraban en esta categoría. Fueron comprados en presentaciones, ferias, festivales, etc., situaciones en las que, de alguna manera, me sentí obligada a hacer la compra, aunque no estuviera convencida. Al final son los primeros que salen por la puerta, así que ¿para qué hacer que entren a ocupar un espacio que podría servir a otro libro que me traerá mayor disfrute?
¿Qué libros decido comprar?
Libros de editoriales pequeñas. No suelen estar disponibles en bibliotecas y prefiero apoyar a estas personas que ponen su dedicación y empeño en traernos cosas que las grandes ni siquiera se plantean.
Libros de autoras amadas. Muchos de ellos ni siquiera los compro en cuanto salen, pero tienen su lugar preferente en mi lista de próximas compras o en las peticiones como regalo de cumpleaños.
Libros que escriben las amigas. Pensaba yo que no eran tantas, pero este año se pusieron de acuerdo en sacar libro unas cuantas, y vaya tela. Cuánta felicidad me están trayendo. Apoya a tus amigas artistas y compra sus libros, aunque no te los leas luego (no tienes por qué decírselo).
Nuevas costumbres
Hay hábitos que he conservado, como leer varios libros al mismo tiempo, doblar las esquinas, subrayar con lápiz, amontonar libros en la mesilla, fotografiar citas y luego no saber a qué libro pertenecen…
Cada vez leo más libros en digital, sobre todo por la fabulosa oferta que tiene la biblioteca digital de las bibliotecas públicas.
Una de las costumbres que estoy introduciendo es visitar a las autoras amigas en las ferias, sobre todo si no viven en mi ciudad, aunque sea simplemente para saludarlas. Antes solo me pasaba cuando iba a comprar el libro, pero ahora lo hago aunque ya lo tenga. Creo que es bonito que alguien se acerque a decirte hola y a saber cómo estás, a preguntarte si necesitas un café o una muñequera por firmar tantos libros. En realidad esto entraría dentro de la categoría «Formas de apoyar a mis amigas escritoras», que ahora que lo pienso, puede ser el tema de una próxima newsletter.
Yo también me fui de Goodreads y dejé de leer todos los hypes y ha sido la mejor decisión, ahora tengo una tabla en notion donde voy metiendo lo que leo para llevar un registro porque también dono mucho (no me cabe todo lo que leo en casa). Y con lo de las firmas, completamente de acuerdo también
Me encanta, qué interesante todo. Yo últimamente estoy en un momento consumista que no me gusta nada y claramente tiene que ver con el aumento de mi ansiedad. Procuraré seguir te ejemplo. De momento, en esta feria del libro de Granada me propuse no comprar novedades… y cumplí. Algo es. Abrazos 🫂