23.06 – 0.19 a.m.
Estamos decidiendo si tomar un taxi o el autobús para volver a casa. Veo una luna llena enorme al fondo, entre la silueta de unos árboles, enmarcada entre farolas. Voy a fotografiarla aunque sé que el resultado será desastroso: un punto de luz minúsculo. Sin las gafas no sé si estoy enfocando bien. Intento encontrar el modo noche de la cámara del móvil pensando en que voy a saber utilizarlo. Es obvio que no. Sin embargo, la imagen que consigo —que no miraré hasta bien entrada la tarde del día siguiente (que en realidad sigue siendo el mismo día)— muestra unas líneas que se mueven insinuantes y lo que supongo que era la luna se ha convertido en la cabeza ardiente de un filamento. Estoy en el interior de algo eléctrico justo en el momento en que prende fuego blanco. Al fondo, una tira de celuloide o las ventanas de un rascacielos sinuoso en las que la misma televisión de 50 pulgadas reproduce distintos fotogramas del mismo partido en diferido.
23.06 – 1.23 a.m.
Al llegar a casa, con la mochila todavía colgando del hombro, subo el toldo para que entre el fresco. Arriba a la izquierda, la luna está oculta entre las nubes. Saco el teléfono y vuelvo a apuntar y disparar sin mirar el resultado. La foto que veo horas después y me sorprende. Si hago zoom y centro la parte donde está la luna, parece una acuarela o un dibujo a carboncillo. Me recuerda un poco a los cielos románticos de Friedrich o Turner. Si la recorto así puedo retener la ilusión. En su tamaño original podría parecer que las antenas son mástiles, de no ser por las parabólicas que ya no sé si sirven para algo más que para arruinar estas visiones dieciochescas.
25.06 – 20.53 p.m.
Un vaso de cristal tallado puede parecer un lujo, imagínate caminar sobre azulejos de vidrio. He intentado ser transparente, rememorar a la niña invisible, la que no hacía ruido, la que cerraba la puerta y desaparecía durante horas en su habitación, en su burbuja de silencio, para no despertar a...
No es cierto. No había nadie al otro lado.
30.06 -12.48 p.m.
Se ha marchitado la flor y ha caído al suelo. Ha hecho un ruido discreto, de cuerpo mullido, no crujiente, aunque ya tenía los bordes de los pétalos de color marrón. La he estado observando los días antes de caer. La he mirado y me ha parecido la misma de siempre. no me ha ofrecido nada nuevo que consiga mantener mi atención. he visto que la disposición de los pétalos era previsible, aburrida, consciente de sí misma, intentando ser hermosa, decir algo importante. Con desagrado, he retirado la vista. Las flores nunca duran lo suficiente. Por un lado, he sentido pena. Luego he pensado que estaba tardando demasiado en decaer. Quizás es mi tristeza lo que ha acabado con ella, o quizás ha sido la suya. Esta flor debería saber subsistir sola sin que yo tenga que mirarla todo el tiempo.
30.06 - 18.13 p.m.
Qué maravilla, Eva <3 El enlace del final me ha roto la cabeza jaja